OAXACA Y LA
REPRESION EN EL
2010
Termina el
2010 y la
represión en
Oaxaca no cesa, al contrario, se sigue escalando el nivel de perversidad e impunidad con la que han actuado el recién terminado gobierno de Ulises Ruíz Ortiz y el de Felipe Calderón Hinojosa, que han promovido como parte de su estrategia de guerra de baja intensidad la creación de grupos paramilitares para
reprimir el descontento popular. El conjunto del movimiento popular en
Oaxaca enfrenta una estrategia de guerra de baja intensidad promovida por el gobierno anti popular el cual es sostenido solamente con el puntal de las fuerzas
represivas y el respaldo del grupo oligárquico que hoy detenta el poder. Esta estrategia de guerra de baja intensidad ha generado en el país miles de muertos, miles de detenidos-desaparecidos por motivos sociales, cientos de desapariciones forzadas por motivos políticos, cientos de luchadores sociales encarcelados injustamente y presentados como delincuentes, cientos de luchadores sociales asesinados impunemente por las fuerzas
represivas y los grupos paramilitares.
Oaxaca es parte del escenario nacional, pero aquí se suma la acción de los grupos paramilitares a las órdenes de caciques y políticos de oficio. Los últimos asesinatos de luchadores sociales en
Oaxaca son parte de esta ofensiva general contra el pueblo inconforme, asesinatos que se facilitan cuando desde las filas de los oprimidos se defienden posiciones localistas, regionales y hasta chovinistas. Las posiciones sectorialistas que de manera consciente o inconsciente se enarbolan están generando las condiciones propicias para que los crímenes de Estado y de lesa humanidad se sigan cometiendo con alevosía y ventaja sobre los luchadores sociales que sin importar sus matices ideológicos siguen surcando con sangre los fértiles campos oaxaqueños. El asesinato impune de Catarino Torres Pereda y de Heriberto Pazos dirigente del Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT) son un crimen de Estado en el que tienen responsabilidad Ulises Ruíz y Felipe Calderón, efectivamente no deben quedar en la impunidad, y en el caso de Heriberto Pazos requiere hacer algunas precisiones al pueblo y a los que se autoconsideraban sus adversarios por el simple hecho de no compartir la táctica de lucha a seguir en una coyuntura y circunstancia política particular de
Oaxaca. ¿Quién asesino a Heriberto Pasos? el Estado mexicano, el gobierno federal, el gobierno criminal de Ulises Ruíz, los que promueven la división entre los desposeídos, los que evitan a toda costa la unidad de los explotados con discusiones estériles. Ahora bien sobre su trayectoria política a nadie le debe caber la menor duda de que Heriberto Pazos fue un luchador social hasta los últimos momentos de su vida cuando fue cegada por una ojiva de bala al parecer 9 milímetros; tampoco debe quedar duda de sus convicciones políticas e ideológicas plasmadas no en el discurso posmodernista y de activismo protagonista, sino en la práctica, que distaba mucho de ser apéndice de los gobiernos
represores de
Oaxaca, como desatinadamente lo han querido presentar antes y después de su muerte los detractores del dirigente del MULT. Acerca de su supuesta participación en alianzas indecorosas, cabe recordarles a estos promotores de la memoria histórica que se desgarran las vestiduras en estridentes análisis para desacreditar la labor del luchador social en cuestión, que el municipio de los Loxicha supuestamente estaba gobernado por el priismo en 2004 y 2006 cuando se desató la
represión en ese municipio a la que aluden para desacreditar a Heriberto Pazos, deben recordar que no por ser un municipio considerado priísta fue menos digna su participación en el movimiento popular independiente ante la
represión ejercida por el Estado; también habrán de recordar que en la APPO militaban y dirigían seguidores del voto útil en los tiempos de la campaña foxista en el 2000, y no por ello se vieron imposibilitados de participar en el movimiento popular-magisterial de 2006; también deben recordar que la APPO se vio ampliamente nutrida por las masas triquis que dirigía colectivamente Heriberto Pazos y que cuando éstas y otros contingentes de la lucha se retiraron la APPO simplemente ya no se pudo sostener. Con respecto a las voces que se preguntan donde hemos estado cuando asesinaban a luchadores sociales que según ellos no merecieron un gesto de solidaridad nuestro, a esas voces que cuestionan nuestra actitud crítica, a ellos, habremos de decirles con toda sinceridad que ahí inmersos en las masas hemos estado, participando en las gestas del pueblo oaxaqueño y mexicano hombro a hombro con el oprimido y explotado, obviamente no somos estúpidos e ingenuos para ponernos un letrero que diga soy militante del PDPR-
EPR, hemos estado sumando nuestros esfuerzos desde las bases sin aspavientos y protagonismos como siempre ha sido nuestra política, y al igual que muchos luchadores sociales hemos sido víctimas de la desaparición forzada y de los asesinatos, sólo que no acostumbramos a exigir o reclamar con insultos la solidaridad, ni mucho menos poner la otra mejilla para que se nos siga golpeando, por principio no podemos aceptar pasivamente semejante afrenta. También por principio no acostumbramos a descalificar, no, nosotros calificamos y criticamos de acuerdo a un análisis de la realidad, sobre la base de los resultados de una práctica y la persistencia en la lucha, porque estamos convencidos que la crítica y autocrítica es el método de superación de los errores personales y colectivos de todo movimiento popular y revolucionario que pugne por una transformación de la sociedad, por eso de frente y sin rodeos criticamos o nos autocriticamos cuando consideramos que hay errores y que ello se traducirá en la superación de esos vicios y errores. Que ¿Qué nos molesta de la lucha “independiente” y de las “autonomías”? Nada, por el contrario nos es grato saber que existen diferentes esfuerzos de lucha, sin embargo, no podemos omitir hacer señalamientos de errores que están conduciendo al asesinato de luchadores sociales, ni mucho menos solapar una verdad, porque los muertos no regresan y no tienen posibilidad de defenderse ante la calumnia y difamación. Debe quedar claro que con los muertos ya no puede haber discusión filosófica. Hemos de insistir que de manera consciente o inconsciente desde esas posiciones chovinistas y sectoriales se estuvo desacreditando la labor de un luchador social como Heriberto Pazos y que ello coadyuvó a generar las condiciones para que el Estado, una vez más asesinara impunemente a un luchador social, les guste o no les guste tienen responsabilidad en ello. Al respecto nosotros lo único que pedimos es que se reflexione y no se sea víctima de la campaña mediática del Estado para propiciar una guerra fratricida entre luchadores sociales, o se avalen y justifique los crímenes de Estado, ¿Será mucho pedir?
La experiencia del pueblo oaxaqueño es aleccionadora para el conjunto del movimiento popular y revolucionario en el país, claro si se valoran las cosas en su justa dimensión, viendo errores y aciertos, pero sobre todo haciendo una reflexión crítica y autocrítica, de lo que habrá que decir que cuando se dan la defensa de feudos y enarbolan conceptos localistas o sectorialistas. se quiera o no, se promueve la división y dispersión del movimiento, quedando éste en la indefensión ante los embates del Estado que no perdona y desaprovecha esos espacios para golpear con el encarcelamiento, el asesinato y la desaparición forzada, sobre todo contra aquellos luchadores sociales más consecuentes y congruentes en la lucha. Y por aquello de las dudas y malos entendidos anticipamos que no estamos en contra de la autonomía indígena, pero por experiencia y conocimiento de causa hemos de señalar que esa “autonomía indígena” si no está vinculada a la lucha revolucionaria por la transformación profunda de la sociedad, sólo conduce a la confrontación entre los oprimidos y hermanos de clase. Desde nuestros orígenes hace ya más de cuatro décadas siempre hemos estado en los
pueblos indígenas pero promoviendo la unidad entre los oprimidos y no el chovinismo y los sectorialismos que tanto daño han hecho al conjunto del movimiento popular y revolucionario en México. Conscientes estamos que el problema del país no son las diferencias raciales y la lucha no es entre razas y culturas, es una lucha de clases entre oprimidos y explotados que nos incumbe a todos los que nos encontramos en esa situación; que la defensa de posiciones indigenistas también es una forma de racismo que confronta absurdamente a los desposeídos. Por eso siempre hemos insistido en la necesidad de la unidad sobre la base de los principios y metodología de construcción, y no sobre la base de un amontonamiento de fuerzas que más temprano que tarde conduce a los divisionismos por la defensa de feudos y posiciones ideológicas ambiguas que sólo fortalecen estrategias de contrainsurgencia en el país. De ahí nuestra coincidencia con los planteamientos que pazos había hecho con respecto al factor indígena en el país.
Por último no nos autonombramos revolucionarios, lo somos y eso lo respalda una práctica y la persistencia en la lucha por la transformación profunda de nuestra sociedad por más de cuatro décadas; nuestra lucha es por la transformación profunda de la sociedad para y en beneficio de todos los oprimidos y los explotados; nosotros luchamos por liberar al país y a todos los mexicanos de la iniquidad social; luchamos al lado de los oprimidos y de los explotados que han decidido organizarse con nosotros para resolver por medios revolucionarios los grandes problemas que vive el país, como ven nuestra lucha no es localista, ni regionalista y estamos por la unidad de todos los oprimidos. Es tiempo ya de terminar con la confrontación entre los oprimidos, es tiempo de terminar con el diversionismo ideológico que deja en la indefensión política, orgánica e ideológica de los explotados. La guerra de baja intensidad promueve precisamente la división entre los explotados para que sean más fáciles de someter, resta a cada dirección de las organizaciones populares hacer un análisis reflexivo sobre dos cosas: la primera, verdaderamente qué es lo que
representamos ante el conjunto del descontento popular; la segunda, que tanto eco hacemos de la guerra de baja intensidad al sostener concepciones localistas y regionalistas que reflejan una concepción aldeana.
FUENTE: INTERNET:
www.pdpr-epr.org